DE LA "H" A LA "J"


Con “h”
Hóspera: exclamación emitida por los campanilleros cuando alguna circunstancia les sorprende por estar desprevenidos. Una variación es “hósperita cana”, la cual se habla cuando la sorpresa es mayor que en la simple hóspera,  poniendo en evidencia la efusividad del hablante.
Huevos moles: postre que las campanilleras preparan con mucho amor (amor propio hay que tener para montar los huevos a punto de nieve a punta de tenedor) y que es tradicional de la cena de viernes santo.


Con la “i”

Imparte (más): especialmente, sobre todo: “tocamos muchos villancicos, más imparte, La Pastorcita”
Indorma: sacaliñas con las que algunos campanilleros justifican su ausencia de los ensayos. Tener muchas indormas predica sobre el hecho de tener muchas sacaliñas, leyes o alicantinas.
Ino: Sufijo con el que los campanilleros, más imparte, hacen los diminutivos.
Intentor: promotor de alguna idea o acción: “eres el intentor de to lo malo”





Con la “j”:

Jaba: pie enorme de campanillera, el cual le permite sentar sus bases sobre tres lanchas simultáneamente.
Jabascochas: se asigna este ligero improperio al  campanillero simplón, crédulo y poco dado a la acción al que, por su cortedad de espíritu, alguien siempre le gana la mano. Es tan insulso como un cuezo de jabas sin más aditamento.
Jambrina: campanillero tragón en la mesa y  ambicioso en sus quehaceres.
Jandorrio: Criatura poco cuidadosa en el vestir y en el resultado de sus acciones, por lo que permite que su imagen y sus trabajos sean de poco lucimiento.
Jaquear: mover el saco en golpes verticales para que su contenido se asiente y sea  mayor su cabida, si cabe. Se atribuye al instruido erudito  Moratín la conocida expresión: “No me jaquees, que se me remueven los asientos”
Jaquecoso: campanillero cansino, más seguido que un camino, cuya obstinación causa malestares cefálicos en los escuchantes.
Jaragüey: espiga pequeña de la yerba de punta que se incrusta en los calcetines de los campanilleros y da un porculo
Jarda: campanillera gorda y fofa por no apuntarse en La Yedra a los cursillos de pilates. “Estar como una jarda” es la locución más emitida de este término y se refiere a la prenda XXL que se pone la campanillera de talla 38.
Jardazo: caída muy aparatosa que suele tener, sobre el suelo de la esfera terráquea,  la jarda, dada su poca movilidad y falta de estilo.
Jarná: habitáculo pequeño y mal amueblado, generalmente reservado a los peones del campo cuando se iban de temporada con los guarros, a la siega, a la apaña…
Jarramandel: aplícase a cualquier  prenda de vestir, de tamaño cumplido y un tanto estrafalaria del que las campanilleras protestan, por no ser de su gusto, en su uniforme de artista.
Jarreal: animar a las bestias de carga a que agilicen su paso. Si el verbo predica sobre las personas cambia su significado por “propinar”: “le jarreó dos gallúos  que lo dejó seco”
Jato: cabaña y demás enseres que los trabajadores del campo llevan para la temporada en que pernoctan en el lugar de trabajo. Actualmente se predica de un campanillero “que no puede con el jato” cuando muestra signos de debilidad o cansancio graves al terminar el pasacalles de las cuestas del Campillo.
Jecho (a): completar un trabajo o faena sin dejar nada atrasado para posterior momento: “Los campanilleros nos comimos el convite a jecho, pues estábamos  que no podíamos con el jato, después de cantar más de dos horas”
Jeguedá (tener): tener un jigo que te lo pisas. Ser  pavo y mostrenco  Honoris Causa.
Jele: el que tiene jele es lacio y soso, es casi bobo de baba.
Jeringarse: aguantarse con las malas consecuencias que la falta de reflexión y el ánimo impetuoso puedan acarrear a tu persona. Según Iyosi Horinawa (Japón 1853, EEUU 1925), reputado urólogo, el término procede del daño somero que ejerce el instrumental de las inyecciones sobre el paciente con sífilis. Sus biógrafos dicen, que por ser reputado, el mismo Horinawa padeció en sus propias carnes (concretamente en su cuarto de kilo de carne) unas sífilis muy malas.
Jeringo: calentito, churro. Posiblemente el nombre provenga del antiguo instrumental, ya en desuso, y con semblanza de jeringa enorme, que utilizaba la churrera para dar forma y poner la masa sobre el aceite hirviendo.
Jeta: cara, cara dura. El jeta es la persona tan fresca, que pasando de responsabilidades, quiere imponer su criterio e intereses a todos los que le circundan.
Jeto: cuando la cara que presenta el campanillero es de despedir huéspedes, cambia del género femenino “jeta” al masculino “jeto.” Jeto es la cara que le ponen los que circundan al jeta.
Jia, jio jiu: son distintas formas de saludarse o decir “buenos días tenga usted, le deseo que pase una feliz mañana, salude de mi parte a su señora”, con lo que queda muy patente la economía del lenguaje.
Jicarazo: cantidad sustanciosa de alguna sustancia líquida, bebidas espirituosas las más de las veces, que ingiere el campanillero de un trago y con ansia, como los de las películas del oeste. Puede provenir el término, de echarse a pecho la jícara, vasija usada para tomar chocolate.
Jigón: campanillero cachaza y un poco cuajado, al cual, por mor de su temperamento tranquilo, nunca le come la bulla.
Jileando: Aplícase este descriptivo gerundio, al campanillero que se ha puesto como un chapino y chorrea el líquido elemento de su fraque por los cuatro costados.
Jirocho: campanillero entrado en años que mantiene una apostura y arrogancia no acorde con su edad.
Jocicar: realizar alguna acción o entrar en alguna situación que con anterioridad se había denostado.
Jocico: boca del campanillero. En  ocasiónes, por extensión, se aplica a todo el rostro.
Jocicos (hacer): esta locución se emplea para describir los gestos faciales que hacen las campanilleras, generalmente en situaciones poco agradables: “mi niña me hace jocicos   y no se toma el bisolbón”
Jornagueá: instrumento  o campanillero que por mal uso o excesos cometidos en su persona se encuentra en situación de franco deterioro o bastante guarnío.
Josefita: champiñón silvestre que recogen los campanilleros después de las lluvias de octubre y que, sin ser de las de mayor predicamento, también gozan de clara aceptación entre los menos sibaritas, pues éstos temen irse de bareta a causa de su ingesta indigesta.
Jopo: Rabo o cola que tiene mucho pelo o lana, como la de la zorra, la oveja, etc. “No poder con el jopo” equivale, refiriéndose  a campanilleros, a no poder con el culo.
Judas: el peor guarro de la piara. Se aplica, otro sí, al campanillero que yendo a su bola, se ocupa de sí, sin compartir los objetivos del grupo.
Jurrío: grito indefinido que dan los campanilleros para ahuyentar a las bestias,  canes y pavos y que se puede practicar, sin ánimo ofensivo, en saludos personales a larga distancia.