CON LA "P"


Paletosa: planta medicinal que, tomada en infusiones o cocimientos, es muy eficaz  contra purulencias y pústulas, tanto interna como dérmicas y muy recomendable para el campanillero aquejado de dolencias de la zona gargárea. No dejar al alcance de las cabras.
Pandorga: campanillera pastorona, la cual,  por haber transmutado su sangre en gazpacho, se toma la vida con tanta tranquilidad que parece que no se le va a acabar nunca
Panzá: traquiná de algo. Hartazgo. Se aplica frecuentemente a acciones relacionadas con la comestina.
Panzazo: barrigazo dado sobre la superficie del agua por el campanillero que queriendo presumir de que sabe tirarse de cabeza, en el último segundo le puede el miedo.
Papal: mato de papas
Pasaeras: hilera de piedras dispuestas a distancia de una zancajá corta sobre el lecho de un barranco que permiten cruzarlo sin ponerse pingueando hasta las bienzas.
Pasera: corcha, zaranda o cualquier soporte sobre el que se colocan lo higos y orejones para ser deshidratados. Reunión de campanilleros sentados al sol con displicencia.
Pechá: lote o atracón, no necesariamente de comer, disfrutado o sufrido, según los casos, por el campanillero que ha accionado un verbo más de lo que la moderación y el buen uso recomiendan.
Peída: campanillera cilicupiste muy poseída de sí,  que mira más el envoltorio que el regalo.
Pelagarta: campanillera  afectada por el vil vicio de la lujuria. Aquella que se deja seducir por los placeres de la carne
Pellica: vellones de musgo con los que los campanilleros componen el suelo del Portal de Belén. “No poder con la  pellica” es frase hecha que alude al decaimiento que sufre el campanillero que no puede con el pellejo.
Penene: permanentemente.  No tiene nada que ver con los profesores no numerarios
Peo de zorra: seta comestible, casi esférica y muy blanca que en su vetustez forma un polije  tremendo.
Pequi: vocablo empleado para anular la tirada del dado que ha caído fuera de la mesa, cuando se juega a la oca, al parchís o a etcétera.
Perfa: pechá
Perindango: enfermedad contraída por los canes de los campanilleros cazadores, que conlleva la pérdida sustanciosa de masa muscular y movimientos automáticos cual  baile sanvito
Perpejía: borrachera talla 56 con pérdida de memoria de acontecimientos acaecidos durante su disfrute y andares zigzagueantes
Perrengue: llanto desconsolado, ruidoso y cansino que regala a la audiencia el campanillero alevín cuando no le compran el muñeco que quiere.
Pestañazo: sueño ligero y corto que da el campanillero en el sofá cuando le hubiera gustado echarse en la cama con pijama, radio, escupidera, el botico del agua, el pañuelo bajo la almohada… y adoptar la postura del hombre de Vitrubio
Petromán: aunque tiene nombre de superhéroe de cómic americano, este término se aplica a la lámpara de petróleo o butano que se emplea en fiestas campestres nocturnas. Por extensión, alguna de  estas fiestas toma el sonoro nombre de “Petromán”
Pinconazo: dealá o pequeño espolicazo que recibe un campanillero por otro con el que le urge a realizar alguna tarea a la que está obligado.
Pingo: “macho pingo de la abulaga” es el nombre que recibe la persona asilvestrada y montaraz que, rehuyendo del trato social, se comporta de manera un tanto embrutecida y primitiva.
Pingorota: parte superior, cúspide, pingoya o cima de algo. Se aplica muy habitualmente refiriéndose a la cabeza. Tener mal el pingorote o pingorota alude a comportarse de forma alocada e irreflexiva, tener salidas inapropiadas o estar un poco sonado
Pingoya: parte más alta de un árbol
Pipita: enfermedad que aqueja a las gallinas y que cursa con afectaciones malignas sobre el tragadero. La frase “cada gallina con su pipita” alude al hecho de que cada cual tiene sus problemas, sus vicios o sus lacras y por tal motivo no debe regodearse de las ajenas.
Pirri: tener el ojo pirri significa que éste está afectado por alguna enfermedad más o menos prolongada o padece estrabismo ocasional por vapores etílicos
Pitera: brecha o herida craneal ocasionada por percusión de peñasco en lóbulo parietal.
Polije: polvijero, moho, tamo o suciedad cochambrosa que presentan algunos objetos que, por desidia, duermen olvidados de sus dueños en lo más recóndito de los doblados
Porrines: tallos de los ajos, los cuales convenientemente cocinados son un plato sabroso para gustos refinados, a la par que su sutil y delicado aroma impregna en fragancias etéreas el cálido ambiente del  hogar familiar. Me encantan fritos con huevos.
Porrino: campanillero ceporro y morrúo, de piñón fijo, poco apto para ideas innovadoras y anclado en el cualquier tiempo pasado fue mejor.
Prestín: pestiño
Pujiede: campanillero quejica, hipocondríaco y  tristón. Este tipo de persona es muy apreciada en los velorios, por que su estado de salud suele tener  un veinticinco por ciento  más minusvalía que el cadáver de cuerpo presente.
Pujío: sonido que se lanza como desahogo o autoestímulo cuando se desarrolla un sobreesfuerzo notable. Presenta muchas variables sonoras, pero la  censada estadísticamente como más frecuente (87’2 % de las muestras tomadas)  por la conocida socióloga Alba Rico que estudia el fenómeno, es “jeúp”.
Pujo: se sustantiva de pujo a las masas purulentas y viscosas que en ocasiones acompañan a la cagueta mórbida, evidenciando una fuerte diarrea de carácter agudo.
Pusaero: asiento de corcho a modo de taburete bajo, fabricado con planchas unidas con biros de jara.